Un espacio para otro debate...

Estimado Lector: Bienvenido a Economía y Democracia.



La Revolución Informática Comunicacional ha potenciado, a través de un aluvión inacabable de imagenes y datos parciales y descontextualizados, nuestro estado de meros recipiendarios pasivos del pensamiento y la interpretación de los hechos que interesadamente realiza el Poder. Y no hablamos del Poder Institucional Político, que es la más modesta de sus partes. Hablamos del Poder real. Ése que no mora ni en casas de gobierno, ni en cámaras legislativas ni en palacios judiciales. El Poder real que puertas afuera de estos venerables edificios, controla sin embargo eficazmente todo cuanto sucede adentro y externamente.



Por ello el título economía y democracia. Para indagar los caminos de democratización de las decisiones económicas, para que el sujeto beneficiario de las mismas sean pueblo y ciudadanía.



Queremos construir en este blog uno de los tantos espacios libertarios que hoy existen. Para debatir con rigor investigativo, pensar por nosotros mismos y buscar nuestras propias interpretaciones. Ambiciosa epopeya dentro de tanta opresión que sufre hoy cualquier idea autónoma.



Gracias por visitarnos entonces en éste, nuestro espacio de libertad.





6.Deuda Externa-Mecanismo de acumulación por desposeción

II. LA DEUDA EXTERNA COMO MECANISMO DE ACUMULACIÓN POR DESPOSESIÓN.

1. Globalización Financiera y Acumulación por Desposesión.

Créanos el lector que hemos realizado un esfuerzo para evitar en este trabajo un fenómeno tan ampliamente tratado que es casi un lugar común: la globalización. Pero nuestro intento quedó trunco. Precisamente por eso, porque la globalización es un lugar común por el que tendremos que pasar si hablamos de finanzas y flujos de capitales. Ahora si en cambio mencionamos el acceso al conocimiento y a servicios básicos, la globalización deja en ese momento de ser lugar común y nos es perfectamente fácil quedar excluidos de ella.

Para Deepak Nayyar el significado de la globalización más importante es aquel que:

...se refiere a un proceso de creciente apertura económica, mayor interdependencia económica y profunda integración económica entre los países de la economía mundial. Está asociada no sólo con la propagación y el aumento en volumen de las transacciones económicas transfronterizas, sino también con una forma de organización de las actividades económicas que excede los límites nacionales. El móvil de este proceso es el afán de lucro y la amenaza de competencia en el mercado. (Nayyar, 1997)

La globalización contemporánea tiene en su vanguardia tres puntales que son el comercio, la inversión y las finanzas internacionales. No alcanza otras variables como puede serlo el movimiento de personas, el cual está altamente regulado y restringido.

Hopenhayn y Vanoli se refieren a la globalización financiera y la definen como:

En sentido general, el libre movimiento de capitales a través de las fronteras nacionales del mundo (Hopenhayn y Vanoli, 2002:16)

Para Aldo Ferrer el avance globalizador no es nuevo, pero realiza sin embargo una división en el concepto. Por una parte refiere a la existencia de una “globalización real” que tiene que ver con los cambios tecnológicos, la acumulación de capital y aptitud de las economías nacionales para generar ventajas competitivas. Esta globalización real es de vieja data pero se aceleró a partir de la difusión de la Revolución Industrial del Siglo XIX, cobrando dicha aceleración nuevos bríos en la segunda mitad del siglo XX. Pero Ferrer señala que hay otro orden globalizador que denomina “virtual” y alude a la transacción de valores y al procesamiento y circulación de datos e imágenes. Esta globalización se montó en los avances y baja de costos en la transmisión de imágenes e información y en la esfera financiera. Las posibilidades que ofrece es generar ganancias arbitrando especulativamente diferencias entre tasas de interés, tipos de cambio, variaciones de precios en los mercados inmobiliarios y bursátiles alrededor del mundo. La globalización virtual es un fenómeno contemporáneo que le dan a las finanzas una autonomía respecto a la “economía real” que hasta el presente era inédita. (Ferrer, 1999)

La posibilidad de obtener ganancias en el virtual mundo de las finanzas a veces corre por cuerda separada de la productividad real de la economía, de la que las finanzas deberían ser solo un instrumento ordenador para decidir a que actividad productiva se remitirá ese escaso recurso que es el capital. La actividad financiera internacional va a la cabeza de la globalización empequeñeciendo a sus adláteres del comercio y la inversión.

En este afán de lucro, los flujos de capitales van a la búsqueda de una independencia cada vez mayor, incluso de los Estados mismos y sus regulaciones. Hopenhayn y Vanoli apuntan que los veinticinco años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial fue la “época dorada” del crecimiento de la producción y el comercio en donde se acumulan cuantiosos excedentes financieros expandiendo el mercado de capitales. Queda formada así la “masa” de la futura transformación de los mercados financieros:

“Las instituciones que regulan e intermedian estas crecientes masas de dinero se van transformando, en una natural puja dialéctica entre mercados y Estados. A medida que crece la fuerza de los mercados, estos buscan liberarse de limitaciones (regulaciones públicas nacionales e internacionales) para maximizar su potencial de beneficios” ( Hopenhayn y Vanoli, 2002: 23)

Nayyar señala que las finanzas internacionales se mueven en cuatro dimensiones: divisas , préstamos bancarios, valores financieros y bonos del gobierno.

En el terreno de las divisas, la relación entre transacciones mundiales de divisas y el comercio mundial aumentó de 9 a 1 en 1973, a 12 a 1 en 1983 y a 90 a 1 en 1992. Las transacciones diarias en este rubro fueron mayores que las reservas de divisas de todos los bancos centrales del mundo, que ascendieron a 693.000 millones de dólares en 1992. Esto sugiere que las transacciones de divisas no se hacen solo para responder a la necesidad de conversión de monedas para comerciar entre países. El tipo de operación especulativa con transacciones en divisas es un ejemplo emblemático de acumulación por desposesión que ejemplificaremos oportunamente.

En lo que hace a los préstamos bancarios como proporción de la inversión interna mundial, los préstamos netos de la banca internacional aumentaron de 6,2 % en 1964 a 51,1 % en 1980 y a 131,4 % en 1991.

Los números que tienen que ver con valores financieros y bonos del gobierno también son elocuentes. La compra venta de bonos y acciones entre residentes extranjeros y nacionales se multiplicó por catorce entre la década del 60 y la década del 90.

El proceso de globalización estuvo dominado a fines del Siglo XIX por los estados nacionales imperiales, mientras que en la actualidad lo hacen las transnacionales, que dominan la inversión, la producción y el comercio de la economía mundial, y la banca internacional o intermediarios financieros, que dominan las finanzas.

“Parecería que la coyuntura actual representa la frontera final de las posibilidades del capitalismo para organizar la producción, el comercio, la inversión y las finanzas a escala mundial sin trabas, salvo, por supuesto, controles estrictos en la movilidad laboral” (Nayyar, 1997).


En este contexto, el Estado ha asumido algunas veces roles funcionales al orden impuesto por minorías ligadas a la finanzas en la medida que estas cooptaron a aquel.

La especulación financiera y la acumulación por desposesión.

Mucho se ha hablado de la especulación financiera como una forma obtener ganancias apropiando riquezas. Pero no se ha tratado definir el como, donde y cuando se producen y crean esas riquezas que se apropian. Sucede que no se producen ni se crean en la especulación. Esas riquezas ya estaban creadas. Simplemente, el especulador las desapodera de quien las produjo.

Raúl Prebisch sostenía que una de las cuestiones más importantes para entender a la economía era el poder determinar quien es el produce el excedente económico pero quien será el que se lo apropie y que es lo que hará con él.

La especulación financiera es una herramienta de apropiación de activos por parte de quien no los produjo.

Poner en situación de deudor a quien produce riquezas es un método idóneo para desapropiar activos.

Porque, véase. Cuando la actividad financiera intermedia en el manejo del dinero teniendo como fin la producción, o sea, fondeando emprendimientos a través del crédito, se establece un esquema que podría representarse a través de la teoría de los juegos como de “juego cooperativo”. Todos los sujetos (jugadores) que intervienen (el dador del crédito y el tomador) obtienen beneficios ya que el crédito le proporciona a quien lo recibe los recursos necesarios para iniciar o expandir una determinada actividad productiva. Cuando se cumple este cometido, se ve beneficiado quien recibió los recursos por los frutos que obtuvo de la expansión productiva, y aquel que los prestó participa de este incremento ya que percibe un pago o tasa de interés por los recursos que en su momento facilitó .

Pero cuando la institucionalidad financiera adquiere independencia en su afán de lucro y deja de intermediar en los flujos de fondos con subordinación a la productividad, su accionar puede caracterizarse como el de un juego de “suma cero”, en donde un jugador gana lo que otro pierde. Uno de los sujetos se apropia lo que a otro le es desposeído. Esto es lo que denominamos las “finanzas especulativas”.

Si un crédito se otorga a un sujeto no teniendo en vista la aplicación productiva que éste dará a lo recibido, sino que se lo hace en la seguridad que luego se obtendrá ganancia sin importar la productividad del deudor y solo porque el acreedor tiene poder suficiente para someter al deudor, estamos frente a una actividad que importa la lata la desposesión del sujeto endeudado.

En estos casos, las ganancias que obtiene el acreedor por medio de fluctuaciones entre tasas de interés y tipos de cambio, provienen de lo que están perdiendo el deudor. No se genera nada nuevo. No se amplia la producción. Solo se mengua el patrimonio del deudor. Gracias a una compleja racionalización del sistema financiero, esto que conlleva un despojo puede hacerse por mecanismo desprovistos de violencia formal. Es lo que llamaremos mecanismos de acumulación por desposesión.

La acumulación por desposesión.

Es aceptado que el tipo de acumulación por reproducción insito en el capitalismo tiende a sufrir crisis cíclicas por exceso de producción, esto es de mayor cantidad bienes y servicios ofertados, con relación a la demanda solvente que puede adquirirlos. Quede claro que no hablamos de que no haya necesidades a satisfacer. Necesidades hay siempre. Lo que no hay son los sujetos con capacidad de pagos en la cantidad necesaria para absorber una producción excedida. Por ejemplo, los habitantes del África sub sahariana tienen grandes necesidades de alimentación, pero no son un mercado apto para colocar los excedentes de la industria automotriz de los países centrales que en su afán de acumular incrementan día a día el número de unidades producidas. Cuando esto ocurre, el autor David Harvey señala que para evitarse la perdida de ganancias, se acude a un tipo de acumulación no descrito denominada “acumulación por desposesión “. (Harvey, 2003)

En orden internacional, los problemas de acumulación por falta de ímpetu en al demanda agregada de los países centrales son compensados por mecanismos desposesorios de las riquezas en la periferia.

Harvey se refiere a acumulaciones por desposesión a escala global, corporizada por las crisis regionales (sudeste asiático, Latinoamérica, Rusia, Turquía, etcétera) en donde luego de procesos devaluatorios gerenciados por los Estados centrales y los entes multilaterales de crédito, los agentes financieros podían apropiarse a precio de remate de valiosos activos de las naciones caídas en desgracia. Como por ejemplo las empresas de servicios públicos.

Creemos que es necesario elaborar más el concepto de acumulación por desposesión y caracterizar con más detalle este tipo de procesos.

Por nuestra parte, definiremos acumulación por desposesión como aquel despojo que un sujeto (activo) realiza capturando la utilidad que produjo otro sujeto (pasivo). Los rasgos de esta apropiación de excedentes que realiza el sujeto activo en perjuicio del pasivo son:

a. Que el sujeto activo no ha dirigido o gerenciado el proceso productivo donde el sujeto pasivo produjo la utilidad que luego se le desapropiará.
b. Que el sujeto activo no empleó contra el sujeto pasivo medios formalmente violentos para perpetrar el desapoderamiento.

Sostenemos que la acumulación por desposesión es un medio omnipresente en nuestra organización económica capitalista, pero que se ha visto potenciada con el crecimiento exponencial de las transacciones financieras. Uno de los mecanismos para articular la desposesión es el instituto de la deuda externa.

La experiencia del sudeste asiático y los mecanismos de acumulación por desposesión.

Hasta mediados de los 90, los países de Asia Oriental venían de tres décadas de crecimiento. Sin embargo, fueron el epicentro de una crisis económica que comenzó en Tailandia en julio de 1997. ¿Cual había sido la causa?

Los países del sudeste asiático fueron presionados por el Departamento del Tesoro Norteamericano y la comunidad financiera internacional , que necesitaba de alguna plaza para colocar su elevado stock financiero, para que liberalicen sus cuentas de capital . Estos países, con una tasa de ahorro interno del 30%, no necesitaban de inversiones extranjeras ni de préstamos internacionales. Pero la presión pudo más. La liberalización se produjo y las empresas transnacionalizadas de estos países comenzaron a tomar deuda. Con ella, la entrada masiva de capitales volátiles (esto es que operan en el corto plazo sin arraigarse a la estructura productiva del país) provocando una burbuja especulativa .

En este clima de burbuja se desarrollan múltiples transacciones lucrativas basadas en un contexto de apreciación de bienes y servicios provocada por la entrada de capital extranjero. Este contexto es dependiente del sector externo e insostenible en el largo plazo.
En Tailandia, esta proliferación de capitales y la liquidez sobreviniente creo la sensación de una prosperidad que no se condecía con el crecimiento de la productividad real en bienes y servicios que experimentaba la economía tailandesa. Bajo este influjo, se valorizó la propiedad inmueble y cobró auge la construcción. Pero ese clima era ilusorio, ya que la productividad real no aumentó. La construcción si bien moviliza recursos, no es apta para generar una reproducción del capital sostenida que apuntale el crecimiento por lapsos prolongados de tiempo. Por ende no se obtuvieron las ganancias que se esperaba de las inversiones inmobiliarias. Construyamos un ejemplo hipotético.























Supongamos que un actor local de Tailandia, Luang, inmerso en el clima de optimismo y con enormes facilidades para acceder al crédito, toma uno de un banco extranjero para construir un edificio. El crédito es tomado en dólares a una tasa de cambio de 1 Baht= 1 Dólar. Tanto al Baht como al futuro edificio se le atribuyen valores muy por encima de la productividad real de Tailandia.

La burbuja especulativa le indica a Luang que una zona determinada se convertirá, con la prosperidad que se respira, en un nodo comercial de importancia dentro de un año. Al precio actual, un departamento en esa zona vale por ejemplo 10 Baht. Pero dentro de un año, cuando se consolide el nodo comercial, un departamento allí valdrá 100 Baht. Todos están seguros de que así será y por tanto fijan los precios de los materiales, mano de obra y parcelas de la zona en relación al hipotético precio de 1 departamento = 100 Baht.

Para realizar entonces en la zona en cuestión que es un edificio de 10 departamentos, los costos totales (materiales, mano de obra y parcela) trepan a los 500 Baht. Luego, a Luang le parece razonable tomar un crédito de un banco extranjero de 500 dólares, que es el equivalente en ese momento de los 500 Baht que necesita para construir su edificio. El crédito de 500 dólares lo toma a una tasa del 20% anual, por lo que deberá (luego de un año que le llevará terminar de construir su edificio y vender sus 10 departamentos) devolverle al banco la suma 600 dólares. La tasa internacional es altísima, pero se justifica. Al término de la construcción, Luang venderá sus 10 departamentos a 100 Baht cada uno. Obtendrá 1000 Baht. De esos 1000 separará 600 Baht, comprará 600 dólares y pagará con ellos su crédito con el banco dólares. Saldada la deuda, a Luang le quedarán 400 Baht de ganancia para disfrutar...

Pero como los aires de prosperidad eran ilusorios, el nodo comercial nunca se consolida. Eso se descubre solo recién al término del año de euforia que duró la construcción. Todo el clima de optimismo no era resultado del incremento de la productividad real sino de la entrada de capitales volátiles que por la inyección de liquidez creaban la sensación de una bonanza ficticia. Luego Luang tiene edificado un edificio de 10 departamentos...que siguen valiendo 10 Baht cada uno. Pero su deuda con el banco extranjero es de 600 dólares.

A Luang le hicieron creer que su edificio valdría en un año 1000 Baht. Por eso Luang se endeudó por 600 dólares 600 Baht para construir algo que en realidad nunca dejó de valer 100 Baht. Luang fue desposeído de su patrimonio. Y esto es solo el comienzo.

Luang tiene que devolver el crédito dólares. Pero dado los problemas de balanza de pagos que se evidenciaron en Tailandia, el Baht se devalúa y ya no se puede obtener 1 dólar con 1 Baht. Ahora hacen falta 2 Baht. En el momento que la contrajo, Luang podía saldar su deuda con 600 Baht. Ahora Luang necesita para pagarla 1200 Baht. Ante la imposibilidad de pagarla, Luang quiebra.

Este ejemplo imaginario sobrevaluación inmobiliaria sostenida ficticiamente por flujos especulativos se da no solo en el mercado de bienes raíces, sino en multiplicidad de mercancías. Incluida en la más usada por todos: el dinero. Los capitales especulativos pueden hacer subir su cotización muy por sobre el valor de la productividad real de la economía de país.

Porque el valor de una moneda está determinado por la fortaleza productiva de la economía donde ella rige. Por ello la fuerza del dólar, moneda de curso legal de la economía nacional que más bienes y servicios produce en el mundo. Si la economía Argentina produjera una multiplicidad de bienes y servicios demandados en todo el mundo, la cotización del peso aumentaría. Pero si el país tiene problemas de productividad el valor peso tenderá a descender .

Los capitales trataron rápidamente de escaparle a sus consecuencias. En Tailandia los mismos capitales que habían llegado con euforia, ahora huían de la escena. Salían más capitales de Tailandia que los que entraban. Esto conlleva un problema en la balanza de pagos . Para solucionarlo Tailandia devaluó el Baht y la crisis terminó por propagarse en todo el sudeste asiático (Stiglitz, 2002).

La crisis acarreó problemas en la balanza de pagos de los países del sudeste asiático y consecuentes devaluaciones competitivas para corregirlos. Crisis originada, según ya se apuntó, en gran parte por la acción de los organismos multilaterales de crédito que presionaron a los Estados de la región para que abran indiscriminadamente sus cuentas de capital. El Fondo Monetario Internacional, organismo especializado del sistema de Naciones Unidas encargado de velar justamente por la estabilidad cambiaria, fue paradójicamente un responsable directo de la crisis con los tipos de cambio.

El Fondo Monetario Internacional y una actuación contraria a sus fines institucionales.

John Maynard Keynes estaba especialmente preocupado por cuestiones como el desempleo. En su obra , refutó los análisis de los economistas “clásicos” que lo atribuían el desempleo a la “desutilidad marginal del trabajo”, esto es, la suposición de que las personas no estaban dispuestas a trabajar porque consideraban que los salarios en el mercado eran muy bajos. Esta hipótesis se contradecía con las observaciones empíricas que mostraban que existía un alto número de trabajadores dispuestos a vender su fuerza de trabajo al precio de mercado existente, pero sin embargo permanecían “parados” por no existir los empleos suficientes. La conclusión es que podían existir situaciones de equilibrio con un alto desempleo. Así pues, la solución era que lo que se debía hacer era estimular el aumento de la ocupación a través del crecimiento de la actividad económica.

Keynes entendía que al impulsar el consumo, éste haría crecer la producción para satisfacerlo. Lo que naturalmente demandaría de mayor empleo. Los salarios pagados al nuevo empleo generado volverían a su vez a impulsar la demanda en un círculo virtuoso. El estímulo y sostenimiento de la demanda agregada era la clave de su visión.

La misión fundacional del FMI

Concebido en julio de 1944 en Bretton Woods, la función asignada orgánicamente al Fondo Monetario consistía en promover la cooperación monetaria internacional, fomentar la estabilidad cambiaria y auxiliar a los países con problemas de balanza de pagos. El objetivo final era el mantener creciente el nivel de demanda agregada a los fines que no se repitiera una crisis como la del año 1929. El FMI fue pensado para constituir una reserva de divisas anti-cíclica. De allí su nombre, “Fondo Monetario”.

Si un país tiene problemas con su balanza de pagos, el FMI se debe evitar que el mencionado recurra a una devaluación competitiva que dificulte las importaciones. Si el país devaluaba, esto redundaría en la caída de sus compras internacionales, lo que baja la demanda agregada y puede muy bien ser el principio de una crisis global. Es por ello que el FMI tiene por cometido inyectar liquidez a través de prestamos de manera que los países no recurran a devaluaciones competitivas (también llamadas “políticas de empobrecer al vecino”) manteniendo por este medio su nivel de demanda de importaciones y evitando que la crisis se expanda.. Estas políticas son de clara inspiración keynesiana. Y es lógico, ya que fue el mismo Keynes el que inspiró la creación del FMI.

Un organismo que hace lo contrario para lo que fue creado.

Las cosas y los enfoques han variado. El advenimiento del neoconservadurismo y su faz ideológica en el campo económico, el neoliberalismo o fundamentalismo de mercado, en su propagación copó también a los organismos multilaterales de crédito. Sobre todo al FMI. Y así las cosas, el Fondo se encargó en imponer políticas económicas en los países periféricos inspiradas en una revitalización dogmática de los postulados de la economía clásica que sirven para legitimar desde la doctrina a esquemas de acumulación por desposesión. Justamente aquellos postulados clásicos que Lord Keynes (creador intelectual del organismo) había demostrado eran falaces. Toda una paradoja de la historia.

Es así como el Fondo Monetario impone a sus miembros políticas contractivas del gasto y que importan fuga de capitales, lo que no hace sino profundizar los problemas al reducir la demanda agregada. Joseph Stiglitz resalta como las intervenciones del FMI a la postre significaron la consagración de “políticas de empobrecer al vecino”, propagando crisis que podrían haberse evitado. El caso de la crisis asiática de los años 1997 y 1998. Los países que siguieron las recomendaciones del Fondo son los que sufrieron las recesiones más prolongadas y con las peores consecuencias sociales. Además, estás recomendaciones promovieron el contagio a toda la región y después al mundo, provocando el efecto contrario para el cual el FMI fue alguna vez creado: evitar crisis depresivas de orden global.

1.1. El endeudamiento externo como mecanismo de acumulación por desposesión.

Las crisis de endeudamiento en los países periféricos nos permiten vislumbrar la existencia de esquemas de acumulación por desposesión. ¿Cómo se opera esta desposesión? ¿En perjuicio de quien?

Tenemos primero que discriminar los sujetos activos y pasivos que participan de la relación desposesoria en un país determinado.

− Lo sujetos activos son los actores externos e internos aliados con ellos que, dominando los recursos de la institucionalidad financiera, poseen un manejo privilegiado de la información y una alta versatilidad (en tiempo y espacio) para maniobrar sus capitales. En la consecución del bienestar propio, no están comprometidos con el destino de la comunidad, espacio geográfico y territorio en donde operan.

− Los sujetos pasivos son los actores locales que no dominan los recursos de la lógica operacional financiera. Con escaso manejo de información, adolecen de la falta de versatilidad que les reporta el estar (en términos de su propio bienestar) altamente vinculados al destino de la comunidad, espacio geográfico y territorio donde habitan.



Gráfico 1: Alianza de actores de la periferia y el centro en la acumulación por desposesión.










Modelo: Elaboración propia


Son los sujetos activos los que pueden beneficiarse con las crisis. Los sujetos pasivos quienes pagarán los costos. Los segundos transfieren sus recursos en beneficio de los primeros. Los sujetos pasivos producen el excedente y los sujetos activos se los apropian para si. Esto se hace muchas veces a través del mecanismo de la deuda externa. ¿Como ocurre esto?

Cuando el desarrollismo y la vigencia del pensamiento económico heterodoxo, gozaban de amplio consenso en el mundo de la posguerra, se sostenía que la pobreza de un país era producto de un círculo vicioso causado en que su población debía destinar todo su producido en la supervivencia, no pudiendo ahorrar. Al no haber ahorro, no habría inversión que posibilitaría la expansión económica y el desarrollo que eliminara los problemas de pobreza. Una propuesta superadora para romper este círculo de la pobreza era suplir la falta de ahorro interno con ahorro externo captado a través de endeudamiento. Esta inyección de recursos posibilitaría la inversión, aparejando la expansión de la economía y la superación de los problemas de la pobreza.




Gráfico 2 : Ruptura del circulo de la pobreza.













Modelo: Mario Cafiero

Este pensamiento fue fundacional de muchas instituciones multilaterales de crédito que hoy conocemos, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. El objetivo de estas instituciones era suplir la carencia de ahorro interno a través del crédito.

El avance del pensamiento neoclásico como marco que legitima desde la teoría a la globalización financiera, también cooptó las entidades multilaterales de crédito. Estas actualmente funcionan en discordancia con pensamiento económico que las engendró y como se vio en el caso del FMI, directamente violando las disposiciones normativas de su propia carta constitutiva. Hoy asemejan estas instituciones a entes de auditoria externa de las economías de los países periféricos, auditoria que se hace bajo los auspicios y en interés de la comunidad financiera internacional bajo cuyo mandato actúa. En esta inteligencia, el endeudamiento externo no es factor que quiebre el círculo de la pobreza. Directamente lo sustituye por otro esquema que instituye la desposesión de los recursos y riquezas del país que recibe los créditos.




Gráfico 3: Profundización de la pobreza por deuda externa como mecanismo de desposesión.














Modelo: Elaboración propia sobre esquema de Mario Cafiero

Al haber sido cooptadas, las instituciones multilaterales de crédito operan abiertamente a favor de los intereses de la comunidad financiera internacional, alentando la entrada masiva de capitales extranjeros a países por medio de endeudamiento de estos. Lo que genera una liquidez pasajera que eleva el valor de los activos del país, incluida la cotización de su moneda. Una burbuja.

En la Argentina por ejemplo, los periodos de endeudamiento externo más profuso se dieron cuando nuestro tipo de cambio estaba sobrevaluado respecto de nuestra productividad real. La cotización de la moneda se regula por el mercado. Luego una sostenida demanda de productos argentinos en el mundo conlleva requerimientos de su moneda. Lo que lleva hacia arriba a su cotización. O lo que es lo mismo decir, la cantidad de dólares que ingresan al país en concepto de pagos por exportaciones argentinas aumenta la oferta de la divisa norteamericana y hace que esta baje de precio.

Sin embargo durante las épocas que se dio la cotización más alta de la moneda argentina, el país sufría problemas con su balanza de pagos. ¿Cómo se hacia entonces para mantener la cotización del dólar baja si no ingresaban dólares al país por comercio exterior? Bueno, ese ingreso de dólares se garantizaba por endeudamiento.

Los capitales volátiles hacen sus transacciones en el país durante la época de sobre-valuación de la economía respecto a su productividad real. El lucro obtenido en las transacciones es extraordinario. Cuando el rigor de la verdad comienza a cernirse, los capitales extranjeros fugan con el lucro obtenido a otras latitudes. Los costos de la aventura los pagan los actores locales (sujetos pasivos) que son desposeídos de su acervo, acervo que fue transferido a los actores externos o internos aliados que son los sujetos activos en la relación desposesoria.

Los mayores costos serán transferidos a los actores con menos poder dentro del sistema. Ello serán los que tengan que pagar los precios. En la estructura capitalista, los sujetos más débiles están en el sector asalariado.

Una devaluación se traduce en perdida del poder adquisitivo de la moneda nacional. Esta perdida repercute directamente en el sector asalariado. Al devaluarse la moneda y no aumentarse el salario, el trabajador verá mermado de hecho sus ingresos. Otra forma de decir que es desposeído de parte de los mismos.

El capital a veces puede parangonarse al agua. La institucionalidad económica de un país al suelo. Una institucionalidad económica fuerte equivale a un suelo fértil, sembrado y rico en materia orgánica, que al recibir el agua a través del riego metódico que sería la entrada ordenada de capital, haría fructificar los cultivos. El país se enriquecería. Pero la institucionalidad económica débil es como un suelo arcilloso y mal sembrado. La irrupción violenta de capitales asemejaría una correntada impetuosa que se lleva todo a su paso y deja tras de si un suelo erosionado y aún más pobre de lo que ya lo era.

1.1.1. La acumulación por desposesión en la Argentina a través de la deuda externa.

1.1.1.1. Primera etapa de la deuda.

Durante la segunda mitad de los años 70 en la Argentina, se otorgó un claro predominio a determinados objetivos financieros sobre la productividad real.
Los excedentes producidos en la economía argentina eran capturados y transferidos fuera del país por el sector financiero. Esos excedentes, que hubieran debido ser el ahorro nacional a canalizarse en inversión productiva, quedaron por el contrario convertidos en deuda.
En realidad las políticas de corte financiero y monetarista habían tenido algunos antecedentes en su aplicabilidad en el país con los ministros Álvaro Alzogaray en 1959-1961 y Adalbert Krieger Vasena en 1967-1969 , solo que sus políticas no cuajaron por no estar dadas las condiciones internacionales todavía que pudiesen sustentarlas por un período mas extendido. Lo que si ocurrió a mediados de los 70 cuando ya se consolidaba un nuevo paradigma económico mundial, a la vez que los flujos de capital adquirían inusitada versatilidad para moverse libremente en el mundo.

De 1975 a 1982 se produjo un aumento del precio internacional del petróleo impulsado por los países integrantes de la OPEP que les reportó a los mencionados una acumulación de riquezas sin precedentes que estos no podrían reinvertir en sus escuálidos mercados internos. Optaron entonces por depositar las cuantiosas ganancias en la banca de los países desarrollados. Sin embargo, estos países se encontraban en recesión (en parte por ese mismo aumento del precio del petróleo que afectaba la expansión de sus aparatos productivos) por lo que no demandaban capitales en la proporción necesaria a la necesidad de colocación requeridas por los fabulosos montos depositados en los bancos.

Todo este panorama hubiera ocasionado una crisis en los países centrales ante la inexistencia de demanda de estos flujos financieros que representaban los “petrodólares” depositados en el sistema bancario. El ex ministro de economía de la nación (en ejercicio de esas funciones en aquel entonces) el Dr. José Alfredo Martínez de Hoz en ocasión de prestar declaración indagatoria como imputado el 13 de septiembre de 1990 en la causa caratulada Olmos / su denuncia al respecto señalaba:

“...la gran cantidad de fondos líquidos en el mundo podían provocar, sino eran invertidos, serias perturbaciones en el sistema financiero internacional”

Esto, mencionaba el citado, ocasionaba seria preocupación en las organizaciones internacionales de crédito como el Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Para fortuna de los centros, la periferia latinoamericana apareció para absorber esos flujos por medio de endeudamiento y así dar estabilidad al sistema financiero internacional.

En un contexto mundial de gran liquidez conjugado con la desaceleración de las economías de los países centrales (decrecimiento de la demanda agregada) las naciones periféricas surgieron como una alternativa flexible de colocación de flujos financieros. La inexistencia de controles llevó al proceso indiscriminado de otorgamiento de préstamos en países donde los tomadores estaban dispuestos a contraer deudas sin preocuparse por la flotabilidad de las tasas de interés. Este proceso de toma indiscriminada de deuda lo protagonizaron los agentes económicos privados más gravitantes de la economía argentina (nacionales o transnacionalizados) en entente con el gobierno de facto e ilegítimo. Así se aprovechó la coyuntura para embolsar un flujo de divisas cuyo ingreso en el país y captación sería impensable vía comercio exterior.

De esta manera se disparó un proceso de endeudamiento de grupos económicos locales en connivencia con la banca transnacionalizada, proceso que era alentado por el mismo Estado quien actuaba las veces como promotor, gestor y garante de la toma de deuda.

La política económica nacional se caracterizaba por una batería de medidas destinadas a fomentar la entrada de los capitales a cualquier costo. Esto se consigue a través de disposiciones que salvaguardaban la rentabilidad sin riesgo a favor de las colocaciones financieras provenientes del exterior. En este temperamento, las tasas de interés se elevaron y se permitía la compra y venta de divisas sin ningún tipo de restricción.

En lo que hace al tipo de cambio, la cotización del dólar no estaba librada a las fuerzas del mercado (toda una contradicción dentro de lo que se proclamaba era un modelo liberal) sino que producto de una decisión política. Esta estableció un precio bajo para el dólar, y las fluctuaciones del mismo se darían de forma programada para evitar todo riesgo a quienes operasen en el mercado cambiario. Volvemos a remarcar aquí que el precio del dólar en condiciones de libre mercado estaría dado por la cantidad de esa moneda que ingresara al país en concepto de pago de exportaciones. De lo que tenemos que un país con problemas en su balanza de pagos jamás podría tener un dólar barato. No habría los suficientes dólares para satisfacer la demanda. Pero durante la etapa que describimos, si hubo esa disponibilidad. Los dólares no ingresaban al país por pago a las exportaciones. Los dólares ingresaban al país por endeudamiento.

Con un peso sobrevaluado en relación con la evolución de la balanza de pagos y unas tasas de interés que por altas desincentivaban la inversión productiva la productividad del país se resentía a la par que crecía en endeudamiento.

La lógica del equipo económico del gobierno era facilitar a través del endeudamiento la entrada de dólares al país para ponerlos a disposición del mercado cambiario en condiciones de infravaluación.

Los inversores privados realizaban sus colocaciones aprovechando las altas tasas de interés vigentes en la Argentina (que brindaban además un incremento adicional en concepto de indexación lo que las hacía aún de mayor rentabilidad) y una vez obtenido el beneficio, convertían pesos en dólares y los depositaban en el exterior sabiendo que el sistema montado por el gobierno era insostenible y más temprano que tarde quebraría. Según Jorge Schvarzer, un dólar colocado en pesos en abril de 1976, y vuelto a cambiar en dólares un año después, arrojó un beneficio real del 150%, sin riesgo, dado que las operaciones en el mercado financiero local tenían garantía estatal. (Schvarzer, 2000) El Banco Central vía endeudamiento seguía incrementando sus reservas en divisas para brindarles justamente a este tipo de operaciones, un reaseguro de libre convertibilidad de la moneda en cualquier momento que fuera.

El endeudamiento externo solventaba la posibilidad de convertir la moneda local en dólares y fugar ese capital al extranjero. Los agentes privados obtenían ganancias merced a las perdidas del Estado argentino. Es el típico esquema de juego suma cero de las finanzas especulativas. En este tipo de juegos la vocación perdidosa la ostenta siempre el jugador peor organizado y menos informado, que no es otro que la mayoría de la sociedad. Mayoría de la sociedad que termina siendo desposeída de su patrimonio.

De como se efectuó el ingreso indiscriminado de dólares y quienes lo operaban.

Dado que la productividad real de la economía no podía generar el ingreso de dólares que se precisaba para operar la acumulación por desposesión a través de fuga de capitales, la metodología para hacerlos ingresar al país consistió en la toma de deuda a través de tres vías:

− Endeudamiento del Estado.
− Endeudamiento de las empresas por entonces estatales para que pongan las divisas obtenidas a disposición del mercado cambiario.
− Endeudamiento de empresas privadas con el aval del Estado.

A partir de 1980, frente al desgaste político del gobierno y saldos negativos en cuenta corriente, comenzaron las dudas de los operadores respecto a cuanto tiempo más la Argentina podría mantener su tipo de cambio sobreelevado. De este modo comenzó una corrida en donde la demanda de divisas de los operadores para fugarlas al exterior era cubierta por el Estado a través de más toma de créditos externos. El sistema financiero argentino se seguía alimentando por endeudamiento de las divisas que no producía el comercio exterior. Por lo demás, el mismo sector privado que había tomado deuda en dólares años atrás al compás de la oferta indiscriminada de la banca internacional, demandaba la divisa ahora para cubrirse de una inminente devaluación. No obstante haber cancelado gran parte de su deuda en dólares, este sector mantenía registrados sus compromisos crediticios en dólares con el exterior en el Banco Central como si no estuvieran saldados, como un mecanismo que le posibilite a futuro beneficiarse del salvataje Estatal que pronto llegaría en su ayuda.

¿Quien manejaba la deuda privada del país? ¿Cuanto de ella estaba ya cancelada de hecho, aunque en los registros estatales continuaba vigente? Según Jorge Schvarzer, la deuda externa privada Argentina era manejada por no más de treinta empresas y once bancos. Además, en los hechos según el mismo autor estaba cancelada en un 50%. (Schvarzer, 2000).

Ya afirmamos que el Estado a través de la administración central y de las empresas públicas tomaba duda en dólares para poner a ésta divisa a disposición de un grupo reducido de empresas privadas (de capital argentino o transnacionalizado) que los adquiría al bajísimo precio configurado por el retrasado tipo cambiario. Este sería una de las vías en las que se operó la desposesión de riquezas del la mayoría de la comunidad, que con el pago de tributos sostenía al Estado, Estado que a su vez se endeudaba para favorecer a un minúsculo grupo de empresas. Pero no fue el único instrumento por medio del cual se operó esta transferencia de recursos regresiva. Luego vendría el encarnado por la asunción directa por parte del Estado (insistimos, de toda la comunidad) de la deuda privada de ese pequeño y concentrado grupo de empresas.

La fuga de divisas y la estatización de la deuda privada.

La estatización e la deuda externa se operó por las siguientes vías:

− Intervención estatal de las entidades financieras que evidenciaban dificultades. La intervención implicaba que el Estado se hacía cargo de las deudas de la entidad financiera
− Asunción del Estado de la tarea de refinanciación de los pasivos de los deudores en dólares.
− Avales dados por el Estado a empresas privadas que se endeudaron en dólares. Cuando las empresas privadas incumplieron sus pagos, el Estado en su condición de fiador las asumió, pero luego no inició la acción de recupero contra las empresas incumplidoras.
− Emisión de obligaciones del Banco Central que se canjeaban directamente por la deuda en moneda extranjera que tenían las empresas.
− Seguros de cambio , mecanismo por el cual el Estado garantizaba la provisión de dólares a determinadas empresas a un precio determinado independiente de la cotización del dólar que rigiera en el momento. Así el Estado otorgaba dólares a estas empresa a un precio mucho más bajo que el vigente en plaza.

Esto potenció con una ampulosidad increíble una desposesión que ya venia configurado se por un esquema en donde agentes económicos tomaban deuda en dólares, la convertían a pesos, operaban luego en el mercado financiero local, obtenían ganancias con las altísimas tasas vigentes, luego reconvertían las sumas habidas a dólares otra vez y por último sacaban del país esas sumas depositándolas en bancos extranjeros.

Cuadro 1: Aumento y variación de la composición de la deuda
Año Deuda en Millones de Dólares Porcentaje de Deuda Pública Porcentaje de Deuda Privada Porcentaje Comercial Porcentaje Financiera
1975 7.875 51 49 32 68
1980 27.162 53 47 26 74
1982 43.634 66 34 16 84
1983 45.087 70 30 11 89
Fuente: BCRA

Magnitud de la fuga de divisas habidas por endeudamiento.

El endeudamiento como herramienta de desposesión a través de la fuga de capitales del país no se dio en todos los países con la misma magnitud durante el periodo. Por ejemplo el Brasil, país que se endeudó fuertemente también, utilizó los capitales tomados para promover su desarrollo industrial. Según la corporación financiera Morgan Guaranty Trust of New York (actualmente JP Morgan Chase) a 1985 los países latinoamericanos que más fugaron capitales gracias a la toma de deuda fueron Venezuela y la Argentina. El cálculo lo realiza computando la cantidad de deuda tomada y restándole la suma de capitales que de estas fueron fugados. La relación resultante es la siguiente:

Cuadro 2: Deuda como fuente de evasión de capitales al año 1985 en millones de dólares
País Deuda a fines de 1985 Deuda resultante una vez descontada la evasión de capitales
Venezuela 31.000 -12.000
Argentina 50.000 10.000
México 97.000 12.000
Brasil 106.000 92.000
Fuente: Morgan Guaranty Trust of New York

El aumento unilateral de las tasas de interés.

Al iniciarse la década del 80, los Estados Unidos triplicaron la tasa de interés y por ende los capitales dejaron de fluir a Latinoamérica ya que prefirieron dirigirse ahora al mercado norteamericano que pagaba buenos intereses y era con mucho más seguro. Pero esto no fue el principal inconveniente. La deuda Argentina estaba contraída a una tasa variable fijada por el acreedor, por lo que este aumento unilateral implicó una suba que hizo incrementar el monto de los desembolsos que en concepto de pago de deuda la argentina debía realizar.

Con este valor en las tasas de interés, la posibilidad de mantener un modelo sustentado por el endeudamiento externo se cerró. En tanto en la Argentina, luego de la derrota en Malvinas, se precipitó la caída del régimen militar. Con la sobreviniente escasez de financiamiento externo y balanzas de pagos con saldo negativo, se hace para Latinoamérica extremadamente difícil pagar los servicios de la deuda. En 1982 México declara de moratoria iniciándose la crisis de la deuda en la región

El advenimiento del gobierno democrático en la Argentina trató de contener el proceso inflacionario, pero su accionar estuvo muy condicionado por un déficit fiscal vertiginoso en razón de lo que debía destinar el Estado en concepto de pagos de deuda externa y lo gravoso de la manutención de un gasto público (sobre todo gasto de las provincias y los déficit en empresas públicas vaciadas por el endeudamiento en dólares) que por mal asignado resultaba improductivo.

El problema fiscal terminó disparando una espiral hiperinflacionaria que anticipó la salida del gobierno radical.

1.1.1.2. Segunda etapa. La deuda en los 90.

Consenso de Washington.

El neoliberalismo era la ideología en lo económico (como el neoconservadurismo de Thatcher y Reagan lo eran en lo político) de la globalización financiera. Globalización que en el orden público institucionalizaba y pautaba sus reglas de juego a través del gobierno de los Estados Unidos y de los organismos multilaterales de Bretton Woods controlados por aquel. Estos, unificaron su discurso pro maximización de la lógica financiera de la economía mundial en una serie de postulados conocidos como “El Consenso de Washington.”

El termino "Consenso de Washington" se debe al economista John Williamson. En su escrito del año 1990 titulado "Lo que Washington quiere decir cuando se refiere a reformas de las políticas económicas” Williamson concreta diez temas de política económica, en los cuales Washington (denominado así a la matriz política económica integrada por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Congreso de Estados Unidos, la Reserva Federal y el Tesoro Norteamericano) está de acuerdo. Estos son:

a. La disciplina presupuestaria.
b. La reducción del gasto público.
c. La reforma fiscal encaminada a aumentar los ingresos vía impuestos.
d. La liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés.
e. La búsqueda y mantenimiento de tipos de cambio competitivos que promuevan las exportaciones.
f. La liberalización comercial.
g. La apertura a la entrada de inversiones extranjeras
h. Las privatizaciones de empresas públicas.
i. La desregulación de la economía
j. La garantía a los derechos de propiedad.

Diáfano es ver que estos postulados son proclives a consolidar el poder económico y político de (mediante la institucionalización de reglas de juego que favorecen a los actores privados beneficiarios del orden globalizador, en desmedro de los Estados. Se buscaba entonces reducir la intervención estatal en la circulación de bienes, servicios y capitales (c,f,g,i) incrementar la capacidad de pagos de los países deudores (a,b,c,e) implementar mecanismos desposesorios alternativos para el cobro de la deuda (h) y proteger los intereses de los acreedores contra todo resarcimiento que pudieran pretender los Estados (j).

Plan Brady, convertibilidad y políticas en el marco del consenso de Washington.

Entre los años 1991 y 2000 merced a nuevas variaciones en las tasas de interés a nivel mundial y la refinanciación de la deuda con la banca privada a través de la firma del Plan Brady (1993), vuelve a reestablecerse los flujos de capitales a Latinoamérica

En rigor, el plan Brady consistió en un canje de una deuda externa latinoamericana en moratoria (difícil de cobrar) y formalizada a través de contratos celebrados con los bancos acreedores, por bonos que, por ser de libre circulación, minimizaban el riego de los bancos acreedores ya que estos los podían transferir. A este canje se sumaban quitas y esperas que reducían los montos y ampliaban los plazos de pago. La deuda en bonos en moneda extranjera de la Argentina, entre diciembre de 1992 y diciembre de 1993, varió desde menos del 10 % a más del 60 % del total de deuda registrado a la fecha. No obstante, la reducción de la deuda no era inferior a la que de hecho regía en su cotización en el mercado, que era de aproximadamente de un 18% de su valor nominal .

El plan Brady implicó una novación de obligaciones. Aquellos contratos (generalmente mutuos) donde el país se obligaba ante un banco transnacional individualizado a pagar una suma determinada al término de un plazo establecido, se sustituyeron por emisiones de bonos. Cada bono corporiza una promesa de pago, en donde el país se obliga frente al tenedor del bono, cualquiera sea este, a pagarle la suma indicada en el documento. Los bonos son de libre circulación. Entonces, quien compre el bono (sea un país, o una sociedad comercial o una persona física) pasa a constituirse en acreedor del Estado argentino. Esta transformación pretendía dar legitimidad a la deuda sustituyendo bonos por contratos de fraudulento origen. También consolidaba acreencias que en la realidad ya estaban saldadas. Por lo demás, la circulación libre del bono facilitaba que los bancos pudieran venderlos, haciéndose rapidamente de fondos líquidos y endosándoles a sujetos menos informados el riesgo de que el Estado argentino caiga en cesación de pagos.

Espeche Gil pareciera afirmar que en la práctica, a veces los mercados dan señales que pueden llegar a reflejar la realidad de una situación. Así manifiesta que:

“Habría que ver si esa asunción de la realidad, que es la disminución del valor de los títulos en el mercado de valores, coincide, "grosso modo", con el valor que tendrían hoy las deudas de haberse continuado cobrando los niveles de intereses entendidos como normales hasta que comenzó la crisis deflagrada por los aumentos unilaterales. ...”

En la década del 90 con la asunción de un gobierno compenetrado con los principios del Consenso de Washington, la lógica de la acumulación por desposesión cobra fuerza volvió en el rumbo económico de la Argentina. En este temperamento, la política gubernamental, luego de varios ensayos en alianza con los grupos económicos transnacionalizados más importantes del país, terminó ejecutando los siguientes ejes de acción:

-Apertura irrestricta de la cuenta de capital, sin sistemas de contralor para regular los movimientos en los flujos financieros. Perjudicial para un país que contaba con instituciones financieras públicas endebles en lo que hace a legislación, organización de los bancos, rol gravitante del Banco Central, papel que desempeñan los poderes públicos en el seguimiento de la actividad y la conformación de los demás órganos financieros que no son parte del sistema bancario.

-Un proceso de privatizaciones en donde las empresas estatales que habían quedado vaciadas por el endeudamiento al que habían sido sometidas en la etapa anterior ( energía, banca y servicios públicos principalmente) fueron dadas justamente en pago de deuda externa, garantizando que los consorcios particulares que las adquirieran (integrados siempre por los bancos acreedores de la Argentina) las explotarían en condiciones oligopólicas (contrario a la lógica clásica de mercado que se basa en la competencia) lo que les aseguró una clientela cautiva y márgenes de rentabilidad impensados en otras latitudes .

-Altas tasas de interés y ausencia de mecanismos regulatorios de las transacciones financieras , lo que facilitaba la circulación y alta rentabilidad a los flujos de capitales, desalentando la inversión en áreas productivas que generen empleo por su escuálida rentabilidad y alto riesgo frente a la seguridad que reportaba operar en el sistema financiero.

-Capitalización del sistema de jubilación solidario de reparto estatal, a imagen y semejanza de un modelo que solo se ha experimentado en Chile. Los aportes que realizan toda la masa asalariada son captadas por las administradoras privadas de jubilaciones y pensiones (AFJP) integradas entre otros por bancos acreedores del Estado. Las AFJP, a su vez, insertan los aportes en el mercado financiero. Uno de los rubros favoritos de las Administradoras era la compra de títulos de deuda del Estado, profundizando la fórmula del constante endeudamiento público.

-Transferencia a las provincias de servicios (hospitales y educación) al tiempo que éstas cedían a la nación recursos por medio de las reformulaciones de los sucesivos pactos fiscales. Esto conllevó un ajuste a las cuentas provinciales (se calcula que las provincias transfirieron a la Nación un monto de u$s 26.000 millones). Con esto, la nación pudo liberar recursos para cumplir con la acreencia externa.

-Tipo de cambio fijo (convertibilidad ) con sobre valuación del peso combinado con desregulación y apertura comercial, mixtura letal para la industria nacional. El tipo de cambio permitía una conversión peso - dólar que facilitaba las transferencias al exterior de las utilidades de las empresas privatizadas (que cobraban tarifas dolarizadas), las del mercado de capitales y la obtención de divisas para pagar a los acreedores externos, mientras se profundizaban los problemas de balanza comercial debido al encarecimiento relativo de los productos argentinos en el exterior. Los dólares necesarios para este esquema no surgían de superávit en cuenta corriente, sino de endeudamiento. El desequilibrio solo podía financiarse con más endeudamiento, posible de contraer mientras durare la liquidez internacional, situación que se dio sobre todo entre los años 1991 y 1994 (Griffith Jones, 1999)

El eje transversal de estas políticas era (nuevamente) la entrada de dólares al país vía endeudamiento, su valorización financiera interna y luego, una vez valorizados, su posterior fuga al exterior. Este esquema era sustentado por el Estado que asumía las pérdidas, cuantificables en los recortes presupuestarios, la enajenación a precio vil de las empresas del Estado pero sobre todo, en el constante crecimiento de la deuda externa. En el año 1992 se destinaba un 8% de los ingresos del Estado al pago de los intereses de la deuda externa. Casi una década más tarde, (2001) dicho porcentual trepó al 21,4%. Un típico sistema desposesorio.

El Blindaje Financiero. Megacanje.

Durante el año 2000 la recesión y los problemas de balanza comercial que preanunciaban la caída del sistema de convertibilidad era un factor ya previsto por los actores económicos privados con más poder en el país. El Fondo Monetario Internacional sin duda también estaba al tanto de esto. Sin embargo, en diciembre el FMI habría de desembolsar un préstamo a la Argentina (se conoció como el “blindaje financiero”) por un monto de 12.449 millones de dólares para supuestamente robustecer al sistema y dar una garantía de solidez ante una eventual corrida cambiaria. Pues bien: ¿Qué sucedió con estos montos? Una vez más, el préstamo sirvió para inyectar dólares al circuito, dólares que no se podían obtener por saldo positivo en cuenta corriente. Estos dólares fueron adquiridos por las empresas más prominentes y luego (una vez más) fugados al exterior.

Ya en el año 2001 se patentizaba lo insostenible del modelo y la consecuente caída del Estado argentino en cesación de pagos. Esto reflejado en el incesante incremento de la tasa riesgo país y la continua migración de capitales al exterior. En un intento de sostener la convertibilidad y evitar el default ante vencimientos de la deuda inminentes que un Estado casi en insolvencia no podía afrontar, se intentó primero amputar violentamente áreas sensibles del gasto público (educación, administración pública, salarios de agentes estatales) para canalizarlos al pago de la deuda. Lo que tampoco pudo sustentarse por la fuerte oposición ciudadana que llevó a la dimisión del ministro de economía de ese entonces (y propulsor del ajuste) y su reemplazo por otro funcionario del establishment. Ese otro que había sido el padre intelectual de la convertibilidad en los noventa y el ejecutor de la estatización de la deuda cuando la dictadura militar.

El retornado ministro debía enfrentar la cuestión de evitar la inminente cesación de pagos para lo cual, y siguiendo uno de los puntos que se habían exigido para la concesión del “blindaje financiero”, instrumenta una operación de canje de bonos con la intención de diferir las fechas de vencimiento, aunque el costo financiero de esta posposición del problema fuera ruinoso para el país. Que de hecho lo fue. Aunque con esta operación solo se consiguiera postergar en solo seis meses la caída en el inevitable default.

La operación conocida como “Megancaje” cerrada el 19 de junio de 2001 consistió en el rescate de bonos por un monto de capital e intereses de 61.837 millones de dólares cambiándolos por nuevas emisiones que ascendían a un monto de 117.427. Los hechos demostraron que para prolongar en un semestre la agonía que antecede a la caída en cesación de pagos (que se produjo indefectiblemente en diciembre de 2001) el Estado argentino incrementó su deuda en 55.590 millones de dólares.

Para operadores financieros bien informados, el default resultaba inevitable. Tan evidente era esto que durante ese año se registró una fuga sostenida de capitales, protagonizada por las empresas de mayor envergadura que eran las que mejor acceso a la información tenían.

Cuadro 3: Fuga de capitales en el año 2001
Empresas Montos transferidos en millones de dólares al exterior año 2001
Primeras 10 9085
Primeras 50 15505
Primeras 100 18289
Primeras 1000 24845
Fuente: Cámara de Diputados de la Nación.

Este detalle elaborado por la fuente citada supra muestra los montos fugados al exterior de las 1000 empresas más grandes de la Argentina. Las primeras 10 empresas de ese conjunto que transfirieron fondos al exterior son Pecom Energía S.A, Telefónica de Argentina S.A., YPF S.A., Telecom Argentina, Nidera S.A., Shell, Telefónica Comunicaciones Personales S.A, Esso Petrolera Argentina, Bunge Ceval S.A y Molinos Río de la Plata. Casi el 70% de estos capitales se dirigió a instituciones bancarias de los Estados Unidos. De acuerdo con sus balances, estas empresas obtuvieron ganancias ese año solo por 2020 millones de dólares. Pero fugaron 9085 millones. Estos desajustes entre patrimonio declarado y patrimonio real podría tratarse de maniobras para defraudar al fisco en orden de pagar menos impuestos (Cafiero, 2002).

Hay otro episodio significativo que demuestra lo irreversible del cuadro. Las filiales con sede argentina de entidades bancarias transnacionales, ante los retiros de depósitos masivos por parte de las empresas que se estaba registrando, solicitaron auxilio a sus casas matrices en el exterior para capitalizarse. Auxilio que, como era de esperarse, les fue negado. Ante la inminencia de la cesación de pagos, las casas matrices en Europa y Estados Unidos dejaron a sus filiales en la Argentina abandonadas a su suerte. Frente a esta deserción, las filiales se dirigieron al gobierno pidiendo por la ayuda que se les negaba de sus casas matrices. El ministerio de economía las conminó a ingresar al megacanje y como moneda de cambio, les ofreció la medida conocida como “corralito” a través de la cual se establecían severas limitaciones a los montos que se podían retirar en efectivo de los bancos.

Sin embargo, para no trabar la fuga de reservas líquidas en dólares del mercado financiero, se permitió sustitución de divisa norteamericana que debían tener reservadas los bancos a modo de encaje por títulos y bonos de la deuda pública Argentina. Esto fue orquestado desde el mismo gobierno argentino a través de una serie de disposiciones que permitían esta sustitución. A la vez que los bancos facilitaban la operación de fuga al suplantar dólares por títulos, se convertían en acreedores del Estado.

Entre la insostenibilidad del modelo de la que eran conscientes los agentes financieros internacionales y el aumento en las tasas de interés en los países desarrollados que era transversal a esta situación, el flujo de capitales a la Argentina se interrumpe. Y dada nuestra dependencia de él, ocurre la crisis económico financiera que empezaría a marcar el final del tercer gobierno democrático argentino desde la vuelta del Estado de Derecho en 1983.

1.1.1.3. Tercera etapa. Insolvencia y reestructuración de la deuda.

En diciembre de 2001 el entonces presidente Adolfo Rodríguez Saa anunció en el Congreso que el país interrumpía el pago de servicios de la deuda externa (default). Al respecto comenta Espeche Gil citando a un prestigioso autor:

....Giuliano sostenía que la insolvencia no se declara sino que se da o no y ya se había llegado a la insolvencia. No se podía pagar más. No hay de dónde sacar. Entonces, lo que fue un error es esa declaración que se hizo, declarar el "default" y además aplaudirlo. Una tontería manifiesta. Parece mentira que gente grande incurra en una torpeza semejante. Para qué decirlo así, en público y celebrarlo como un acontecimiento cuando en realidad es una gran desgracia que ya venía sola y que no hacía falta si quiera mencionar.

Pesificación.

Por el decreto N° 214/2002 todos los depósitos en dólares existentes en el sistema financiero fueron convertidos a razón de un 1, 40 pesos por 1 dólar, mientras que toda las deudas con el sistema financiero fueron convertidas a razón de 1 peso por 1 dólar debido.

La transferencia de recursos a (o desposesión perpetrada por) grupos económicos durante el año 2002 gracias a esta medida esta bien ejemplificada por el trabajo de Eduardo Basualdo, Claudio Lozano y Martín Schorr. Los autores construyen un universo de análisis constituido por las principales 80 firmas exportadoras y la vez deudoras con el sistema financiero local y emisoras de obligaciones negociables. Para comprender la relevancia de esta franja, los autores calculan que la suma de esos tres rubros representan el 31% del PBI argentino para el año estudiado (2001) Estas 80 empresas son agrupadas para entender mejor su dinámica en:

− Asociaciones: consorcios integrados por diferentes capitales con una inserción dominante en áreas de servicios públicos privatizados
− Grupos económicos: conglomerados de origen local que tienen más de seis empresas en la actividad económica interna
− Conglomerados extranjeros: la misma estructura que los grupos económicos pero sus propietarios son extranjeros
− Empresas locales independientes: son de capital local pero controlan menos de 6 empresas
− Transnacionales: integran una estructura de propiedad con presencia en diferentes países y tienen menos de 6 firmas operando en la Argentina.

Basualdo, Lozano y Schorr demuestran que los más endeudados son los grupos económicos locales, los conglomerados extranjeros y las asociaciones. Casualmente los que obtuvieron mejores rendimientos durante los últimos años. Así arriesgan la hipótesis de que el endeudamiento seria mecanismo para aparentar un menor patrimonio que el existente, bajar carga impositiva y registrar como deuda los autopréstamos para fugar excedentes.

Los montos que estos grupos habían obtenido por exportaciones en el año 2001 ascendían a la suma de 18.308 millones de dólares. Las deudas con el sistema financiero local eran 7.955 millones de dólares. Recálquese que estos grupos, por tratarse de exportadores, no tienen inconvenientes en conseguir divisas. Sin embargo el decreto N° 214/2002 también los incluye y “licua” sus pasivos en dólares. A la cotización de mercado de ese momento (1 dólar = 2 pesos) las empresas duplicaron sus ganancias en pesos, mientras mantenían constante sus deudas beneficiándose de la pesificación que convertía a cada dólar que se debía en un peso. Los autores calculan en 13.132 millones de dólares el valor de las sumas apropiadas por las mencionadas firmas en razón del decreto 214/2002. (Basualdo et al, 2002)

La transferencia tendría otra arista. Como la pesificación fue asimétrica (un 1 dólar que se adeuda se debe de transformar en 1 peso, pero un dólar que está depositado en el banco se transforma en 1,40 pesos) se coligió que los bancos (en su momento artífices de la fuga de capitales) resultarían perdidosos por los efectos del decreto 214/2002. Por ello el gobierno establece el decreto 494/2002 que implica un nuevo seguro de cambio para que los bancos salden sus deudas en dólares. La operatoria será una vez más un bono de la deuda pública del Estado emitido a valor dólar. Y mientras la cotización de la divisa norteamericana pasaba los 3 pesos en el mercado, las entidades financieras podrían adquirir este bono para saldar sus deudas al precio de 1,40 por dólar. Nuevamente, a la diferencia la cubre el Estado. Y la deuda seguía incrementándose.





Gráfico 4: Correlación entre Deuda Externa como porcentaje del PBI y porcentaje de la población en situación de pobreza.














Fuente: Mario Cafiero

Bonos y despersonalización de la deuda.

La situación de cesación de pagos del gobierno nacional en realidad solo recaía sobre aproximadamente la mitad de la deuda constituida principalmente por bonos. Respecto a la otra mitad integrada por deuda con el FMI, organismos multilaterales de crédito y BODEN se continuó pagando. Luego, la deuda en default ascendía a 81.800 millones de dólares. ¿En manos de quien estaba esa deuda?

La institucionalidad jurídica de las obligaciones va adquiriendo una complejidad creciente (no casual) que agiliza las transacciones a la vez que la oscuridad de las mismas, maximizando así las ventajas del sujeto mejor informado que puede transferir las consecuencias negativas de las mismas a los sujetos que no lo están. Esto sería un poco el lei motiv de los negocios financieros especulativos. La deuda pública argentina antes del plan Brady estaba en manos de corporaciones financieras. Luego de la implementación de este plan se encontraba dispersa en 152 bonos en manos de los tenedores diversos, ya sean personas físicas o jurídicas. Al llegar el momento del default, a no dudarlo que la deuda argentina ya no estaba en manos de los sujetos mejor informados y con más poder en el mercado.

Según informaciones del Ministerio de Economía se estima que de la deuda en cesación de pagos, el 43,5% corresponde a tenedores minoristas, entre los que se destacan 500.000 inversores y ahorristas extranjeros, en su mayoría de Italia. El 56,5% restante pertenece a inversores institucionales, fondos de inversión y fondos de inversión de alto riesgo o " fondos buitre ", principalmente de EEUU. En relación a los países donde están los tenedores de la deuda, y siempre siguiendo los datos del ministerio de economía, se expresan en el siguiente cuadro:

Cuadro 4: Distribución de la deuda por país de procedencia de los acreedores..

País Porcentaje
Argentina 38,4%
Italia 15,6%
No identificada 12,8%
Suiza 10,3%
E.E.U.U. 9,1%
Alemania 5,1%
Japón 3,1%
Reino Unido 1,1%
Holanda 1,0%
Luxemburgo 0,8%
Otros 2,5%
Fuente: Ministerio de Economía de la Nación


Así es como la “primera minoría” de los bonos argentinos en default están en manos de tenedores argentinos. Primera minoría que se convierte en mayoría si seguimos las informaciones suministradas por el ministerio de economía que señala que parte de las tenencias en el exterior pertenecerían también a argentinos . Para el citado ministerio entonces, más del 50% de la deuda en default está en manos de ciudadanos argentinos. Las AFJP poseen solas el 20%. La reestructuración puede traducirse en la pérdida sobre las jubilaciones futuras de 9,5 millones de argentinos que aportan al sistema privado de pensiones.

Este dato es muy importante de justipreciar con el objeto de no plantear la cuestión del endeudamiento público en términos de argentinos victimas, extranjeros victimarios. Como expondremos más adelante, la situación es más compleja y en ella se caracterizan mayorías (tanto nacionales como extranjeras) desposeídas y minorías (tanto nacionales como extranjeras) que desposeen a aquellas de su patrimonio.

El camino de la reestructuración.

Respecto de la deuda que estaba en cesación de pagos en septiembre de 2003 (que no incluye la deuda con los organismo multilaterales de crédito) el gobierno nacional realiza en Dubai una oferta a los tenedores de bonos en default (81.800 millones de dólares) de una quita del 75%. Esta parte de la deuda es la que el gobierno denominó como “deuda elegible” y estaba compuesta por 152 bonos emitidos en 7 monedas y bajo 8 legislaciones diferentes antes del 31 de diciembre de 2001.El gobierno no reconocía los intereses devengados por estos bonos desde diciembre de 2001 en adelante.

Con posterioridad el gobierno fue mejorando la oferta a los acreedores bajo el mecanismo de consolidar la quita del 75% sobre esos 81.800 millones de dólares de deuda en default, pero ir reconociendo progresivamente (y acorde mejorara el porcentaje de aceptación de los tenedores de bonos argentinos) los intereses devengados con posterioridad a diciembre de 2001. El gobierno canjearía finalmente los títulos en default por “Títulos Nuevos” compuestos por una emisión de:

− Títulos Par: un monto de capital total equivalente a 15.000 millones de dólares.
− Títulos Cuasipar: un monto equivalente a 8.300 millones de dólares.
− Títulos Discount: un monto de capital equivalente a 11.900 millones de dólares.

Concomitantemente con esto, se agrega a todos los títulos un “GDP Unit” o “ULPBI” (Unidad Ligada al Producto Bruto Interno). En virtud de esta, el Estado argentino se compromete a destinar el equivalente al 5% anual respecto a lo que se crezca por sobre la pauta proyectada de aumento del PBI, a la recompra anticipada de títulos, y otro 5% de éste excedente al pago de un plus adicional a los tenedores de bonos como premio.

En términos globales, si contraponemos esta emisión de títulos que en su totalidad suman los 35.200 millones de dólares para canjearlos por los títulos en default que constituían la “deuda elegible” (81.800 millones de dólares), la quita real asciende a 46.600 millones de dólares. Esto representa un 56,9% del monto de la “deuda elegible”. Pero lo más importante, la quita representa un 26% del total, incluidos que fueren los organismos multilaterales de crédito.

1.1.2. ¿Esta solucionado el problema de la deuda?

Después de la última reestructuración, la deuda pública total quedó en 126.466 mil millones de dólares, equivalentes al 82% del PBI argentino al año 2004.

Esto sin contar los bonos “hold out”, o sea, aquellos que no aceptaron entrar en el canje y continúan el reclamo de pago a través de procesos judiciales.

Tampoco se computan las nuevas emisiones de bonos que realizó el Estado argentino luego de la reestructuración y los intereses que se capitalizaron por anatocismo desde el año 2004. No se tiene en cuenta asimismo, la cancelación anticipada del saldo de la deuda por capital con Argentina con el Fondo Monetario Internacional (9819 millones de dólares) realizada con reservas del Banco Central de la República Argentina y que fuera anunciada por el Presidente de la Nación a mediados de diciembre del año 2005.

Si la deuda actual oscila los 82% del PBI significa que está 49 puntos por debajo del 134% que era el porcentaje de fines de 2003. Pero el peso de la deuda pública en relación a la economía del país sería mayor que antes de la salida de la convertibilidad, cuando el endeudamiento del sector público equivalía al 57% del PBI.

¿Es compatible este grado de endeudamiento con el crecimiento y la equidad social del país? ¿Es sostenible la deuda?





















Cuadro 5: Evolución de la Deuda Pública Argentina.

Evolución Deuda Externa Argentina
Año Presidente Monto en Millones de Dólares Porcentaje de Aumento Observaciones
1974 Martínez de Perón 5.000
1975 7.800
1976 Videla 9.700 + 364% -Petrodólares.
-Deuda Odiosa.
-Operaciones Irregulares
-Seguros de cambio.
-Avales del Estado.
-Endeudamiento de Empresas Públicas.
-Autopréstamos y Fuga de capitales.
-Suba unilateral de Intereses.
-Estatización Deuda Privada.
-Corresponsabilidad FMI.
-Cada habitante debía al exterior U$S 1.500.
1977 11.700
1978 13.600
1979 19.000
1980 27.200
1981 Viola 35.700
1982 Galtieri 43.600
1983 Bignone 45.100
1984 Alfonsín 46.200 + 44%
1985 49.300
1986 52.500
1987 58.500
1988 58.700
1989 65.300
Menem + 123% -Plan Brady.
-Privatizaciones.
-Consenso de Washington.
-Convertibilidad.
-Corresponsabilidad FMI
1990 62.200
1991 61.334
1992 62.586
1993 72.209
1994 85.656
1995 98.547
1996 109.756
1997 124.832
1998 140.884
1999 146.219
2000 De la Rúa
147.667 + 17%
-Cada habitante debe U$S 3.800.
-Blindaje Financiero.
2001 173066
-Mega canje.
-Sustitución de reservas por bonos.
-Corralito.
-Insolvencia/Default.
-Corralón.
-Salida de la Convertibilidad con pesificación asimétrica.
Puerta
Rodríguez Saa
Camaño
2002
Duhalde
2003
Kirchner
2004
2005 126.466 - 26% -Reestructuración de la Deuda
-Cada habitante debe U$S 3418

Fuente: Jaime Poniachik/Mario Cafiero/Ministerio de Economía de la Nación/Elaboración Propia.

Por deuda sostenible entendemos a compromisos de pago que no alteren la estructura productiva del país que debe realizarlos. Por lo general se la pondera a través del porcentaje del PBI. La ratio aconsejable de acuerdo al Tratado de Maastrich (países de la Unión Europea) es de no más del 60%. Pero atención, los de la Unión Europea son países desarrollados, con un mercado interno consolidado, que gozan de una estructura productiva diversificada y con tecnología de punta, teniendo bajísimas tasas de pobreza.

Por el contrario, la argentina adolece de una estructura productiva desequilibrada, lo que significa u sector primario competitivo conjugado con una pobre diversificación industrial. Rasgo típico en los países subdesarrollados, periféricos y dependientes. El elemento dinámico esencial de la economía argentina son las exportaciones agropecuarias, que representan sumado a la manufacturas de origen agropecuario el 33% del PBI argentino y el 56% del total exportado. Por ende, es la fuente principal de la entrada de dólares al país. Los acreedores exigen a la argentina que al final del ejercicio anual el sector estatal ostente un superávit fiscal primario, esto es, que gaste menos de lo que recauda para poder destinarlo al pago de la deuda. Pues bien, el 40% del superávit fiscal es sustentado por el sector agropecuario.

¿Que queremos decir con esto? Que el pago de elevados servicios de la deuda externa, aún sin entrar en el análisis del quantum destinado, funciona como un elemento que consolida la estructura productiva desequilibrada. El país necesita dólares para poder afrontar sus compromisos externos, por lo que estará condicionado por el sector que produce estos dólares que es el primario agro exportador. Sector que a su vez está integrado de forma subordinada a los centros que demandan esta producción. La Argentina con una población de 38 millones de habitantes produce alimentos para abastecer a 300 millones de personas. La producción se vuelca para satisfacer el consumo de los países centrales demandantes, configurando una situación de monopsonio que torna a la economía nacional en dependiente y subordinada del sector externo, mientras el mercado doméstico va quedando relegado y sus precios son traccionados por lo que sucede en el mercado internacional.

En lo que hace a la utilización de divisas, estas son necesarias para comprar del exterior equipos y bienes de capital a fin de equipar y modernizar para dotar de competitividad a la industria nacional. Pero las necesidades de pago de los servicios de la deuda, canalizan los dólares obtenidos en otra dirección acotando de las posibilidades de diversificación productiva.

El Quantum.

Un primer enfoque del futuro de la deuda ligado a lo estrictamente financiero materializan algunas dudas referidas a la capacidad de pago del Estado argentino para afrontar los futuros vencimientos. Esto tiene que ver principalmente con:

• Amortizaciones del capital: ¿puede realmente el Estado argentino ir cancelando el principal, o a medida que se venzan los plazos se volverá a diferir los pagos hacia adelante?
• Capitalización de intereses por anatocismo: Hay que estudiar si desde la reestruturación se están cubriendo en su totalidad los pagos en con concepto intereses. De no ser así, el remanente de los intereses no pagados se estaría capitalizando, y por anatocismo generando nuevos intereses, reeditando el proceso de acrecentamiento de la deuda.
• Naturaleza de los intereses: Los intereses de la deuda estarían “potenciados” (Giuliano, 2006) por tres factores:
o Tasas crecientes con un piso de 8,26%
o Hay deuda consistente en bonos emitidos en pesos que se indexa por inflación (actualización por CER)
o Las “GDP Unit” o Unidades Ligadas al Crecimiento del PBI insitas en los nuevos bonos, que obligan al Estado argentino a pagar un premio a los acreedores y a la recompra anticipada de los nuevos títulos en caso de que el crecimiento del PBI supere la expectativa programada.

En lo que respecta a aspectos económicos que exceden lo financiero, tengamos en cuenta que la Argentina tiene a la tercera parte de su población por debajo de la línea de pobreza. Lo que se agrava por una distribución inequitativa en donde el 52,2% de la renta nacional es captada por solo el 20% de la población. ¿Como repercutiría en esta situación si se asignará a paliar estos problemas los montos destinados al pago de servicios de la deuda?

El 11% del presupuesto del Estado Nacional para el año 2006 está destinado al pago de servicios de la deuda pública. Su significación proporcional en el presupuesto público es de la mitad a lo que fue el 21,4% asignado en el 2001. Pero representan a 10.645,9 millones de pesos que es 2,6 veces todo lo que el presupuesto nacional destinara a la inversión directa, estando incluidos rubros como el desarrollo social, la salud y la educación.

El Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales (SIEMPRO), organismo estimaba que para el año 2002 se necesitaban 3.200 millones de pesos anuales para erradicar la indigencia en la Argentina. Aún si por efecto inflacionario esta suma se hubiera triplicado desde aquel entonces, con lo destinado en servicios de la deuda externa bastaría para erradicar el hambre de la Argentina.

Lo no cuantificable.

Hay otros activos tortuosos de cuantificar. Como por ejemplo, la destrucción del capital social (redes de cooperación y confianza) por un trastrocamiento de la moral y las buenas costumbres que solo es capaz de lograr un modelo que entroniza la desposesión de lo ajeno como paradigma de éxito social. ¿Como se recupera una nación que ha convivido con el saqueo durante década y media aceptando esto como un sinónimo de triunfo?

Ahora, lo más grave. La pérdida en capital humano. El desfinanciamiento del Estado para volcar estos recursos al exterior trajo la destrucción de los sistemas públicos de salud y educación. Con ello se vedó en los hechos a gran parte de la población la posibilidad de un desarrollo intelectual y físico normal. En algunos casos, los problemas de desnutrición de los excluidos del sistema implican una perdida en capital humano que se traduce en trastornos irreversibles en el crecimiento. En otros, la perdida de la vida misma. Estamos a las puertas del genocidio. O tal vez ya hayamos pasado el umbral.

¿Pero pudo haberse beneficiado alguien con este esquema de desposesión, ahora ya de elementales derechos humanos?

Según el INDEC en el año 2003 existían, en su mayoría no declarada por ante la Administración Federad de Ingresos Públicos (AFIP), el monto de 104.600 millones de dólares en el exterior que pertenecían a argentinos. Este monto se integra en inmuebles, depósitos en bancos, bonos, acciones, y efectivo en cajas de seguridad. Tal suma equivale al 80% de la deuda pública total. Nada más.